

Hace ya más de 90 días que el lock out de las entidades agrarias atrae gran parte de nuestra atención. El dictado de la Resolución 125/08, del Ministerio de Economía de la Nación, y la reacción de las entidades agrarias llevaron al conflicto hasta el día de la fecha con cortes de rutas, desabastecimiento y discursos altisonantes mediante.
Sin embargo, en unos pocos días más el conflicto debería estar superado, siempre que la dirigencia agraria actúe con la necesaria responsabilidad que los tiempos requieren como para asumir que el Gobierno Nacional ha tomado las medidas indispensables para atender a los principales reclamos de los pequeños y medianos productores, que en un principio se vieron afectados por la decisión tomada el 11 de marzo y que las entidades del agro manifestaron en todo momento representar.
Lo cierto es que, con los reintegros por exportaciones de granos y oleaginosas a las pequeñas producciones agrarias; la compensación por costos de fletes a los titulares de las explotaciones extra zona pampeana; la corrección de la curva de la alícuota por sobre determinados valores para facilitar la comercialización en mercados a futuro; la inclusión de los monotributistas en tales beneficios; y el reciente lanzamiento del Programa Social de Redistribución del Ingreso financiado con lo recaudado por encima de las alícuotas por derechos a las exportaciones vigentes al 11 de marzo, ya es tiempo de abocarse definitivamente a la planificación, implementación y ejecución de las grandes políticas pendientes del gobierno de la presidente Cristina Fernández de Kirchner que todos esperamos.
En ese sentido, y entre tantas posibles interpretaciones, el conflicto con las entidades agrarias es la reacción de uno de los diversos actores del sistema productivo nacional ante una de las aristas de las trascendentes y necesarias reformas a realizar en la matriz económica vigente en los últimos 30 años y un paso más a superar en la puesta en marcha del conjunto de medidas fundamentales e indispensables en pos de un proyecto de país sustentable para las próximas décadas.
Y la juventud no puede estar ajena a tal desafío. Es menester que desde ese espacio se acompañe y forme parte, mediante la militancia inteligente, la participación plena y comprometida, el estudio, análisis y elaboración de políticas en las diversas áreas estratégicas con cuadros propios y capacitados, del proceso de cambio iniciado en mayo de 2003.
La conformación de la Secretaría de la Juventud en el seno del Partido Justicialista normalizado con Juan Cabandié a la cabeza, y en un marco de unidad de los distintos sectores que la componen, es una oportunidad histórica que abre un sinnúmero de expectativas imposibles de desperdiciar.
Recordemos la situación terminal en la que se encontraba nuestro país en el 2003 y veremos que, después de cinco años, estamos en condiciones de consolidar el proyecto nacional y popular de carácter inclusivo, gestado por aquellas épocas, con medidas de corto, mediano y largo plazo.
Para la juventud es imprescindible, y destaco algunas entre tantas otras áreas posibles, pensar el sistema educativo, en todos sus niveles, y de ciencia y tecnología acorde con el modelo de país proyectado, inclusivo e integrador, con incentivos a las carreras de formación técnica o universitaria de trabajadores y profesionales conforme a las necesidades de su región, las del país en su conjunto y de la Argentina en su inserción regional e internacional.
A la par del Gobierno, encarar cuestiones tales como el refuerzo de las políticas en materia laboral que permitan una mayor inserción de los sectores jóvenes en la mano de obra en blanco; apoyo a las actividades deportivas y culturales como sustento y horizonte de vida para muchos de aquellos que no avizoran un futuro posible; el análisis y el diseño de políticas de salud dirigidas puntualmente a las principales preocupaciones de la población juvenil; medidas responsables y de contención en materia de adicciones; generar discusiones y considerar propuestas sobre temas como el aborto y la educación sexual que surjan desde el mismo sector protagonista de dichas políticas.
Asimismo, examinar y proponer medidas para superar la delicada y particular situación de amplios sectores juveniles ante el Sistema Judicial; crear conciencia y concebir proyectos en materia de políticas de viviendas, tierras y protección del medioambiente; brindar herramientas de gestión y planeamiento a quienes serán los futuros dirigentes; otorgar elementos para discutir y diagramar estrategias para la redistribución de la riqueza, en todos sus aspectos; idear los apoyos financieros necesarios para el desarrollo de jóvenes emprendedores.
Las posibilidades son infinitas.
Sin embargo, para llevar a cabo estas acciones, es fundamental la formación permanente de cuadros militantes en todo el país, en conocimientos y capacidades, que sirvan como sustento del proyecto, en el corto, mediano y largo plazo, como así también vencer la apatía de vastos sectores de jóvenes, que descreen de la política como instrumento de cambio de la realidad en pos de una sociedad mejor y más justa para todos, y sumarlos en una actitud de compromiso y participación.
No será fácil.
Pero, con Juan en la Secretaría de la Juventud, Néstor Kirchner como titular partidario y Cristina en la Presidencia de la Nación es tiempo de asumir el desafío y hacer historia.
Hugo W. Jara - CRECER EN DEMOCRACIA